El mundo de Internet y de las redes sociales ha supuesto un cambio de paradigma con respecto a cómo entendemos la comunicación. Por consiguiente, las marcas y empresas se han adaptado a estas nuevas convenciones para llegar de manera más efectiva y sencilla a sus clientes. Puede parecer que este cambio ha democratizado la información y ha supuesto un avance en el hecho de compartir y hablar de todos los temas. Sin embargo, detrás de las máquinas sigue habiendo personas con moralidad, y por lo tanto también con prejuicios, sobre todo en temas como la sexualidad.

«Detrás de las máquinas sigue habiendo personas con moralidad, y por lo tanto también con prejuicios, sobre todo en temas como la sexualidad

Uno de nuestros clientes más populares es la cadena de supermercados eróticos Sex Toys Center. En Crece Agency hacemos una gestión integral de su comunicación, desde campañas offline y promociones, hasta el control de su reputación online, página web y redes sociales con su correspondiente branded content. Para nosotros, estas tareas suponen una manera de aprender y, en línea con la filosofía del cliente, romper tabús en relación a la sexualidad. Sin embargo, las herramientas con las que trabajamos no nos lo ponen nada fácil.

Ya hemos visto muchas veces que las plataformas digitales como Facebook e Instagram son muy restrictivas en torno al contenido que se comparte en ellas, llegando a eliminar publicaciones e incluso cerrar cuentas que subían contenido que para los moderadores y algunos usuarios resultaba una violación de las pautas de la comunidad. Desde la agencia lo hemos experimentado directamente, desde un cierre inexplicable de la cuenta de Instagram del cliente hasta el rechazo de sus publicaciones en Google My Business.

¿El motivo? Los contenidos sexuales de las comunicaciones. El simple hecho de que en la foto aparezca una persona semidesnuda, un producto erótico demasiado realista o simplemente una palabra relacionada con la sexualidad en el «copy», puede suponer una barrera para compartir el contenido con los usuarios. Esto, primero de todo, ya resulta una dificultad añadida para el trabajo de las agencias de comunicación cuyos clientes trabajan con este tipo de materiales. Muchas de las herramientas que utilizamos en nuestro día a día deben aprobar qué pueden decir o mostrar los diferentes canales de comunicación del cliente en cuestión.

«Esta incongruencia solo hace que los mecanismos de control de contenidos resulten inútiles, y además que tengan un impacto negativo en la libertad de quién puede hablar, qué puede decir y de qué manera…»

Por ejemplo, vemos que para realizar una campaña de publicidad pagada de Facebook, Instagram o Google Ads ya hay una restricción muy fuerte en torno a los contenidos que se pueden o no promocionar. Incluso filtrando por edad, nunca se pueden realizar anuncios que realmente sean solo para adultos, y empresas como Sex Toys Center no pueden disfrutar de estas herramientas de marketing online porque el riesgo de que lo pueda ver un niño prima por encima de los contenidos que se quieren transmitir. Esta incongruencia solo hace que los mecanismos de control de contenidos resulten inútiles, y además que tengan un impacto negativo en la libertad de quién puede hablar, qué puede decir y de qué manera.

Además, esto se traduce en un problema social más grave aún: una coartación de libertades. Si el mundo digital ha experimentado este auge es para, como decíamos, poder democratizar la información y crear espacios donde compartir, opinar, y poder hablar sin tapujos sobre temas naturales y presentes en nuestro día a día como la sexualidad. Que multinacionales tan grandes como Google o Facebook prohíban a las empresas de esta índole promocionar sus productos y mensajes no es más que una manera de legitimar estos tabús aún tan presentes en nuestra sociedad, y estigmatizar a las personas que los venden y utilizan en su día a día. La sexualidad es un tema tan importante como cualquier otro, y por lo tanto debería ser tratado con el mismo respeto en el mundo digital.

Desde Crece Agency reivindicamos un cambio en la concepción que se tiene de los espacios digitales como las redes sociales, para poder conseguir que el mundo de la comunicación sea tan libre y transparente como debería, y ejercer un control muy distinto sobre qué contenidos son válidos y aceptables y cuáles no. Así, nos gustaría que todos y todas tuviéramos el mismo derecho a compartir el contenido que nos apetezca, siempre desde el respeto y la buena voluntad.

 

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