Hoy estábamos leyendo la prensa, y hemos visto una noticia en el periódico ABC en la que se habla de una posible candidatura de la ciudad de Barcelona para las Olimpiadas de Invierno de 2030. Aunque no está confirmado, se entrevió la intención en el acto de conmemoración del 25 aniversario de las Olimpiadas de 1992.

Esto nos ha llevado a recordar la polémica que hubo con el logotipo de la candidatura de la ciudad de Madrid a las Olimpiadas de 2020. Si recordáis, el logotipo se decidió por un concurso de estudiantes de diseño. El ganador fue Luis Peiret, de Zaragoza, que hizo este prototipo de logo y se llevó 6000€ y la oportunidad de colaborar con la imagen de la candidatura.

olimpiadasMás tarde, sin embargo, el logotipo fue retocado y afinado por la agencia publicitaria Tapsa. Este rompía con el carácter angular para simular la puerta de Alcalá y sus cinco arcos, y además cambiaba las tipografías utilizadas y la representación del color negro por un color rosado más llamativo. El logotipo definitivo quedó así:

olimpiadasEl cambio tuvo muy mala acogida por varios motivos: eliminando el negro obviaban el continente africano (rompiendo con el significado de los anillos olímpicos), la tipografía usada fomentaba una mala lectura de la palabra Madrid (que parecía acentuada) y lo peor de todo: el texto en blanco cortado creaba una ilusión óptica, que llevaba a pensar que ponía 20.020 en lugar de M20, en un logotipo que de por sí parecía una fila de chanclas. Todo ello llevó a los internautas a hacer muchísimas bromas y ocasionó que la agencia tuviera que justificar sus decisiones gráficas, aunque sin mucho éxito.

Con todo esto, queremos hacer una apreciación importante acerca del diseño gráfico como disciplina. En nuestra opinión, el diseño es un ámbito que ha de soportar mucho intrusismo, pues a la mínima que se poseen nociones básicas en programas de diseño, uno ya se adjudica la medalla de diseñador. Todo eso perjudica tanto a los diseñadores profesionales (que ven peligrar su empleo) como a los mismos clientes (que sufren una pérdida de calidad en los trabajos). En el ejemplo que poníamos se ve muy claro: si encargar algo tan importante como una identidad gráfica de ciudad a estudiantes ya es una decisión poco acertada, dejar que una agencia de publicidad (que además no está especializada en consultoría de marca) lo retoque, lo es aún más, tal como se puede ver en el resultado final.

Por otro lado, si cualquiera puede ser diseñador, cualquiera puede ser crítico de diseño. Es el caso de muchos concursos de carteles o logotipos, en los cuales el jurado está compuesto por personas que poco tienen que ver con el campo, y que aprecian unos trabajos u otros según un criterio estético y una preferencia propia sin ningún tipo de base justificada, cosa que lleva a la injusticia y a la manipulación de los resultados. Tal vez la causa principal de que suceda todo esto sea la poca teorización y educación visual a la que nos vemos sometidos en nuestro proceso de aprendizaje.

Estas cosas solo transmiten el mensaje de que el diseño gráfico es algo sencillo y banal, que no tiene base teórica alguna y que por tanto está al alcance de cualquiera y no es tan importante, y llevan a que poco a poco este sector se desprofesionalice. Como siempre decimos, la identidad gráfica siempre es necesaria para definirse y, por eso, desde Crece reivindicamos la importancia de recurrir a profesionales del diseño y no fiarse de cualquiera, de la misma manera que no recurres a un veterinario para someterte a una cirugía.

Así pues, nosotros defendemos la idea de que cada uno haga lo que mejor sepa, y siempre con conocimiento de causa. Como bien dice el refrán: Zapatero, a tus zapatos.

Y recordad: si queréis crear o modificar vuestra identidad gráfica o la de vuestro negocio, solo tenéis que contactar con nosotros. ¡Os ayudaremos encantados!